EXPERIMENTO: 30 días sin Smartphone

El pasado 20 de mayo me quedé sin smartphone cuando un amigo de lo ajeno decidió sacarlo de mi bolso mientras viajaba en un transporte público de la ciudad.

En realidad no pasó nada grave, pero la reacción de impotencia y rabia que se desencadenó en mi, fue brutal. Me quedé 10 minutos de pie en una esquina, mirando a mi alrededor, pensando en el por qué, regresando a la escena, repitiéndola 10 veces en mi mente, pensando en posibilidades y diciéndome a mi misma “idiota”; hasta que respiré, entendí que no podía hacer nada, excepto cambiar la perspectiva.

A decir verdad me sorprendió lo molesta que estaba sobre el asunto pero realmente no fue el fin del mundo. Por el contrario, pensé que esto podría ser una ventaja en lugar de una desventaja, pues mientras me dedicaba a buscar soluciones para recuperar el teléfono, podría aprender a vivir cómodamente sin él.

Cuando volví a casa, decidí comenzar un experimento «30 días sin Smartphone», el cual, consiste en abandonar por completo el 100% de mis mensajes instantáneos a través de Whatsapp, eliminar las distracciones móviles y vivir sin smartphone y todo lo que ello significa, durante al menos, un mes.

No tengo certeza de saber cuándo acabará o qué ocurrirá durante el experimento, lo que sí sé, es que quiero ser más consciente sobre la otra realidad que nos impedimos apreciar, pues estoy casi segura que si dejamos de estar tan pendientes del mundo, podremos servir mejor al mundo.

Sí debemos compartir la vida con la tecnología pero NO dejar que la tecnología nos sustituya la vida! Clic para tuitear


Ver que hay más allá de la vida conectada

Estar conectados todo el tiempo y ser una parte de esta constante corriente de distracción, es una expectativa que la sociedad tiene ahora de nosotros. Ir en contra de esta expectativa es inmensamente difícil para mucha gente, pues requiere de coraje, disrupción y una disposición para cambiar lo que importa.

Estamos tan conectados que quedamos desconectados de lo que verdaderamente importa, desconectamos de un bellísimo mundo para conectar en otro mundo donde la necesidad de estar siempre disponibles, visibles y activos, es imperiosa.

Cuando sientes ansiedad o intranquilidad porque no has comprobado tu plataformas sociales o no has publicado nada en dos días, o no has revisado las historias de tu gente en Instagram, o no estás al pendiente de la conversación familiar de tu grupo en Whatsapp, o no sabes nada de lo que está pasando; es entonces cuando debes desconectar.

Hace un tiempo leí la siguiente frase: ¿Haces las cosas para vivirlas o para comunicarlas? y creo que de ahí partió el principal objetivo de llevar a cabo este experimento; pues quiero vivir más el presente, dejar escapar lo irrelevante, ignorar tantas toneladas de información, ganar más horas de vida, invertir más tiempo en crear, construir, desarrollar, intentar y diseñar; y destinar menos tiempo en hablar, compartir, mostrar o decir.

Quiero comprobar si estos dispositivos realmente conectan o desconectan Y sobre todo, qué sucede con la familia, los amigos, los contactos profesionales, el trabajo, la calidad del mismo, la concentración y la productividad cuando vives sin un smartphone.

Posiblemente me sienta aislada, sé que estaré perdiéndome muchas cosas, noticias e historias, y la verdad, estoy alegre por ello, porque estaré enfocada en mi propia historia. Además, siento que este experimento dejará una gran enseñanza y marcará una gran diferencia en mi vida.

Aveces olvidamos desconectar y cuando lo hacemos, no sólo obviamos vivir el momento, sino que perdemos falta de atención y con ello, capacidad de reacción. Además, perdemos capacidades y características que nos alejan de permanecer humanos.

Cuanto más desconectamos con el mundo y la gente, más conectamos con las cosas y las personas que importan. Clic para tuitear


Experimenta y cambia las cosas que importan

Esta es mi pequeña provocación: ¿qué pasaría si decidieras vivir sin smartphone durante algunos días? ¿Conectarías más con el mundo que hay a tu alrededor? ¿Aprovecharías más el momento y las personas con las que decides invertir tu tiempo? ¿Mejorarías en la capacidad para prestar atención? ¿Adquirirías habilidades más humanas y saludables? ¿Te atreverías a hacerlo?

La idea no es que te aísles, sino que logres colocarte, aunque sea por un corto espacio de tiempo, en el extremo opuesto, para entonces encontrar una manera más sana, eficiente, óptima y potente de usar la conectividad, pues estamos tan seducidos por esta nueva y aparentemente, necesaria adicción, que no vemos el universo que hay fuera de esta mini maravilla, llamada smartphone.

Necesitamos más humanidad y no una cuenta de Twitter. Clic para tuitear